Abstract
Una escuela con orientación inclusiva debe contar con directivos, profesores y profesionales que promuevan y desarrollen una cultura de la inclusión. Esto es una tarea difícil en tiempos de crisis educativa: donde predomina la racionalidad neoliberal, las exigencias administrativas, el exceso de responsabilidades de los directores de escuela y la preeminencia de pruebas estandarizadas con altas consecuencias. Este artículo teórico revisa el concepto de cultura inclusiva y propone un conjunto de prácticas escolares para incentivar y modelar su construcción. La premisa base de este trabajo es que la inclusión se pone en juego en las relaciones interpersonales y en las prácticas colaborativas, por lo tanto, el desarrollo de acciones colectivas, creencias, actitudes y valores serán condiciones necesarias para el tránsito hacia una escuela inclusiva. Las reflexiones finales giran en torno a las barreras y tensiones que ofrece la racionalidad neoliberal para la consolidación de una cultura escolar que defienda la inclusión como principio ético, social y educativo. Se espera que este texto sea de utilidad para profesores en formación, equipos directivos, profesionales de la educación que se encuentran actualmente trabajando en escuelas y para las personas que actualmente están ingresando al complejo pero hermoso mundo de la educación inclusiva.
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