Abstract
Una de las medidas para evitar la rápida propagación de la COVID -19, fue el confinamiento de la población y, por ende, la desescolarización de casi 10 millones de estudiantes en Colombia. Esta situación inédita, parecida a una distopía literaria, supuso una serie de medidas para mantener la forma escuela en funcionamiento y sostener el ideal de formación. Sin embargo, en medio del drama de la continuidad de la vida, es necesario preguntarnos por el tipo de escuela que es necesaria para retornar a ese mundo en tránsito y transformación que reclama una escuela como utopía, como forma de la esperanza.
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